En febrero me escapé del oscuro y frío invierno del norte de europa. Buscaba a Nuestro Señor el Sol de España. Lo encontré y me hipnotizó con sus cálidos rayos. Al rato me dí cuenta que sin duda él es mi dios y de esta forma surgió este poema:
Nuestro señor el Sol
En cualquier momento efímero
Poderes de hipnotizarte
Bajo un hechizo ardiente
Cautivada por su fuego incandescente
Mi alma en pena le entrego
¡Ay Señor! Llévame pronto
Hasta cuando los días
No aguanten el oscuro entero
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